Yo posaba desnuda, cada día, entre las nueve y el mediodía. Y cada día, un hombre sentado al extremo izquierdo de la primera fila me dibujaba durante tres horas. Luego, exactamente a mediodía, él sacaba de su bolsillo una hoja de afeitar y, sin quitarme los ojos de encima, rasgaba meticulosamente su dibujo. Yo no me atrevía a moverme, yo lo miraba hacer. Enseguida él dejaba el taller, abandonando detrás de sí los pedazos de mí misma. La escena se repitió doce veces. El décimo tercer día no vine a trabajar.
Sophie Calle (traducción libre de uno de los textos de esta artista francesa aparecido en Des histoires vraies, Actes Sud, 2002.).
Ronca, tú ronca, maldita
Coral ronca por las noches. Coral es muy fácil de voltear cuando ronca por las noches, basta con la yema de dos deditos de nada para ponerla de costado y que cesen sus ronquidos. Es esto algo que me tranquiliza mucho porque pienso que el día que se porte mal, sólo tendré que esperar a que caiga la noche para sacarla rodando de la cama hasta la calle.
Lenisio Dimas.