Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

César Puertas y la Obliqua en El Espectador.

10/9/07 | |

Hace unos meses César Puertas nos estuvo acompañando en Ojo al Tipo, evento organizado por la Cámara de Comercio de Pasto. Ahora lo encontramos en las páginas de El Espectador (sábado, 8 de septiembre de 2007) , hablando sobre tipografía:

"Frente al gran tipógrafo argentino Rubén Fontana, el joven César Puertas supo lo que le esperaría durante los próximos años. “¿Qué se necesita para crear un alfabeto?”, fue la pregunta que el estudiante de diseño le hizo al maestro. Nunca olvidó la respuesta: “Tenés que matarte”.
Tres años después de este episodio, Puertas, a sus 30 años, ha creado un alfabeto o, en términos técnicos, una fuente tipográfica.
“Este es un país de grandes consumidores de lo que viene del primer mundo, pero pésimos productores”, afirma este diseñador de la Nacional, quien ha logrado crear una fuente de aproximadamente 1.500 caracteres y venderla a una histórica comercializadora y fundición de tipos, la empres
a británica Monotype.
¿Crear un alfabeto?
La tipografía o el arte de diseñar alfabetos ha existido en Occidente desde años tan remotos como el nacimiento de la imprenta, a mediados del siglo XIV.
Claude Garamond (1490 - 1562), William Caslon (1696 - 1766) y John Baskerville (1706 - 1795) son algunos de los hombres que, como pioneros de la industria editorial, diseñaron tipos de letra. Alfabetos que ahora llevan su apellido y que incluso hoy son utilizados por todo tipo de usuarios, desde renombrados editores hasta gente del común, que pueden encontrarse en la lista de “fuentes” de cualquier procesador de palabras, como Word.
Con todo y la proliferación de las tipografías digitales y de portales virtuales que ofrecen una variedad de alfabetos, las clásicas Bodino, Garamond y Baskerville siguen siendo las que imperan en el gusto de la gran mayoría de editores. “La Garamond tiene mucho carácter”, dice Orlando Beltrán, experto en tipografía de la Escuela de Diseño de la Universidad Nacional, “las letras que utilizamos hoy siguen siendo las del siglo XVI”.
Con este panorama, es fácil apreciar el logro de Puertas. En un país sin la herencia, sin el mercado y sin el campo, ha logrado crear un alfabeto que se deje leer. Una conquista paradójica: Obliqua tiene en sí misma un estilo propio, pero su victoria radica en que nadie logre notarlo.

En Latinoamérica, la tipografía es un arte aún naciente. De ahí a que lo hecho por Puertas sea, para expertos como Orlando Beltrán, “como ganarse un Oscar”.

Diseñando a obliqua


Puertas inició el diseño de Obliqua como un ejercicio personal. “Era un objetivo netamente pedagógico, nunca me imaginé que fuera a ser rentable”.

Muchos tipógrafos en la historia han trabajado sobre modelos ya existentes. La famosa Arial es una versión de una clásica fuente urbana, la Helvética, original de Suiza, que algunos aseguran fue plagiada por Microsoft para evitar el pago de licencias. “Es uno de muchos plagios en los que los diseñadores de fuentes, en complicidad con las primeras fundiciones digitales, incurrieron para abastecer el mercado de los recién desarrollados sistemas operativos”, dice Puertas.
La otra vedette contemporánea de las tipografías, la Times New Roman, fue creada para el periódico londinense The Times, en 1932, por Stanley Morison. Una frase del diseñador resume muy bien el carácter de esta disciplina: “La tipografía es esencialmente utilitaria y accidentalmente estética”.
En el caso de Obliqua, Puertas afirma que hizo el ejercicio desde cero, y que no utilizó como modelo ninguna otra fuente. “Yo quería hacer una fuente sin serifa, que se leyera en texto pequeño”. Las serifas son las pequeñas paticas de ciertas terminaciones en alguna fuente, por ejemplo las de la tipografía de El Espectador.
Puertas empezó a jugar con las terminaciones de las letras, a torcerlas con giros agresivos y en fuga. Lograr una letra “torcida pero derechita”, como repite frecuentemente, era su objetivo.
A finales de julio, cuando cerró el trato con Monotype, Obliqua había pasado por 12 versiones y tres años de intenso trabajo. Aunque los giros de sus terminaciones no son tan agudos como los de las primeras versiones, aún guardan unos ligeros trazos diagonales, como cortes de machete.
El trabajo con Obliqua y con una fuente posterior, Urbana, también le ha dado a Puertas la oportunidad de acceder a una beca en tipografía que la misma empresa de fundición financia. El diseñador empieza en pocas semanas una maestría en la Academia de Bellas Artes en La Haya, Holanda.
En Colombia el ejercicio apenas comienza, de ahí el valor del proyecto de este joven diseñador. Vocación paradójica, donde su éxito radica en hacer el alfabeto visible y las ideas legibles, a costa de su propia visibilidad". Tomado de El Espectador.