Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Mis lecturas vacacionales III

22/1/12 | |

El rey de la carne

Aquí hubo muertos.

Aquí, en estas calles de suburbio, a media hora del centro de la ciudad de Buenos Aires, hubo muertos. Las versiones son varias, pero muchas aseguran que la primera masacre fue el 15 de junio de 1536, cuando don Diego de Mendoza, español, hermano del primer fundador de la que con los siglos sería capital de la Argentina, batalló –él y sus hombres- contra los querandíes que poblaban estos páramos. Hay quienes dicen que aquel día murieron veintidós infantes y mil indios, y que las aguas del río que atraviesa se volvieron rojas. Sea como fuere, el sitio se llama La Matanza y se llama así porque hubo muertos. Y en este distrito de trecientos kilómetros cuadrados y dieciseis ciudades, donde vive un millón y medio de habitantes y que hasta 2002 tenía un cuarenta por ciento de desocupados, José Alberto Samid, uno de los principales empresarios ganaderos de la Argentina, montó su imperio. Continuar leyendo.
Leila Guerriero.