Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Chirinos, un poeta peruano en la próxima FILBO

24/4/14 | |

Las palabras del mundo

Los filamentos de aire, allí donde hubo
un mínimo grosor de materia, se nutren
de palabras. Y se apoderan poco a poco
del mundo. La mirada parpadea, secciona
confusas imágenes que van al cerebro
y preguntan por un nombre. El cerebro,
ya se sabe, es un órgano aburrido. Tarda
unos segundos y contesta afirmativa
o negativamente. Entonces el proceso
vuelve a repetirse, pero en sentido inverso.
Hay quienes consultan diccionarios,
quienes prefieren preguntarle a Dios,
los que interrogan la luz y pasan días,
meses, años royendo los huesos de un
idioma que ha olvidado la carne. Hay,
por último, los que apagan la luz y se
sientan a esperar. Es cuestión de paciencia.
Ellas llegan siempre para rogarnos un sitio.
Llegan para pedirnos perdón.

Eduardo Chirinos (Lima, 1960).