Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Lecturas para tiempos de crisis

7/5/14 | |

"Podrá tener mi edad: cincuenta años largos. Tal vez no tenga más de cuarenta y cinco. Hay que tener en cuenta que una mujer vieja parece más vieja que un hombre viejo. Su aspecto es muy vulgar, excesivamente plebeyo. Esta mañana estaba calzada con unas chinelas de paño que dibujaban sus pies anchos y juanetudos. Acababa de levantarse y se ostentaba en toda su fealdad. Es horrible. Por la tarde, sin embargo, no es tan fea. Tiene unos pechos enormes que le cuelgan sobre un vientre pronunciado y flojo. Las caderas son planas y anchas y cuando anda las agita tumultuosamente. He visto que se unta colorete, que se pinta ojeras y que se echa capas de albayalde. Por eso he dicho que por la tarde no es tan fea."

Fragmento de La casa de vecindad (Laguna Libros), de José Antonio Osorio Lizarazo.