Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Sobre mí mismo

29/3/15 | |

SOBRE MÍ MISMO

Soy el rey sin corona de los insomnes
que aún lucha contra sus fantasmas con una espada.
Un estudiante de techos y puertas cerradas
que apuesta a que dos y dos no siempre son cuatro.


Una vieja alma que feliz toca el acordeón
en el turno del cementerio en la morgue.
Una mosca que escapa de la cabeza de un loco
y descansa en la pared junto a su cabeza.


Descendiente de curas de aldea y herreros:
un reticente ayudante de dos
ilusionistas famosos e invisibles,
uno llamado Dios, el otro Demonio, asumiendo, por supuesto,
que yo sea la persona que me digo ser.

Charles SIMIC.