Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

El corazón pulsando bajo su traje de seda

5/5/15 | |

LAS BISABUELAS 
Lydia Davis 

En la reunión familiar, pusieron a las bisabuelas al sol. Pero a causa de un problema con los niños mientras el cuñado caía en inconsciencia etílica, se olvidaron de ellas por largo rato. Cuando abrimos la puerta vidriada, atravesamos los gomeros, y nos acercamos a las viejas que estaban al sol, era demasiado tarde: sus manos rugosas se habían confundido con los mangos de los bastones, los labios se habían juntado en una sola membrana, los ojos se habían endurecido e, inmóviles, se dirigían al bosque de castaños donde entraban y salían los niños. Sólo la vieja Agnes tenía algo de vida, pudimos oír el aliento entrarle en la boca, y ver el corazón pulsando bajo su traje de seda, pero al acercarnos se estremeció y luego quedó inmóvil.
Texto encontrado en Mester de Brevería.