Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Entre las ocho y las diez de la mañana

9/2/16 | |

MUTANTES - AMAS DE CASA 
Teresa Porzecanski

Hay quienes sospechan que se trata de espectros, figuras irreales que transitan por las ferias y los mercados en busca de alimentos y utensilios caseros, para luego meterse en un cuerpo ajeno y misterioso que contesta la correspondencia de la oficina y atiende el teléfono
Uno las reconoce enseguida por su aire cansino, sus gestos automáticos, y su mirada abstraída. Deambulan entre las góndolas del supermercado, entre las ocho y las diez de la mañana. Empujan su carro lentamente, como si pesara una enormidad, y en él van colocando las lechugas, los varios quilos de tomates, las manzanas, los atados de zanahorias y las remolachas.
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