Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Silla, no me engañas

30/9/17 | |

XIX

Silla, no me engañas,
estás ahí,
me espías.

Conoces mis debilidades
sabes lo que soy,
que pienso, que camino,
pertenezco a un género de bestia
que necesita a ratos
sentarse,
que soy mortal en suma,
estoy tocado,
que los dioses no requieren de sillas.

Silla, tú también cazas,
tú eres también la muerte,
contigo misma me domas
y te parapetas contra mí
como en el circo se hace con caducos
leones.
Pero yo lo sé, vigilo, duermo de pie,
bebo en la barra, estoy alerta.

Eduardo LIZALDE.