Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Yuri Herrera, lectura de cumples

11/10/17 | |

A él siempre le había parecido un milagro que la gente quisiera su compañía. En especial las mujeres, los hombres se arriman hasta a las piedras. Cuando comenzó a coger le costaba aceptar que la mujer en su cama no estaba ahí por equivocación. A veces se salía de su cuarto y se asomaba y se volvía a asomar, incrédulo de que hubiera ahí una mujer desnuda esperándolo. Como por qué. Con el tiempo descubrió que lo suyo era navegar con bandera de pendejo y luego sacar labia. Verbo y verga, verbo y verga, qué no. En una ocasión una muchacha le había confesado algo que Vicky, su amiga la enfermera, le había dicho como advertencia antes de presentarlos: «Míralo, y si no te gusta no hables con él porque te van a dar ganas de cogértelo». Lo mejor que habían dicho sobre él. No le importaba que luego no volvieran o que volvieran poco. No le molestaba ser desechable.

Fragmento de La transmigración de los cuerpos, Yuri Herrera. En la imagen, Sophia Loren.