
Un texto encontrado por estos días de vacaciones bogotanas, en uno de los estantes de mi estudio:
“A las tres y treinta de la madrugada sonó el teléfono, era Giovanni, y qué diablos quería este sujeto a las tres y treinta de la madrugada?...simple, quería que prologara su libro, y por qué yo?, pues porque el gordo Manrique no se encuentra en la ciudad, y Leonardo?, silencio en el auricular.
A Giovanni lo había conocido en la Primera Convención Mundial de Perdedores, realizada en secreto durante el mes de octubre del noventa y ocho en Choachí, Cundinamarca...está de más decir que este evento resultó un completo fracaso (ver El Espacio de octubre 11 de 1998, página 6: “Masacre en Choachí”.
Desde entonces habíamos mantenido largas conversaciones en cafés y panaderías del centro, hablábamos de Arreola, Monterroso, Boris Vian, los Stones, el blues y especialmente de una mujer que le fascinaba a Giovanni, creo que se llamaba Mabel o algo así. El muy ya saben qué, me torturaba horas y horas hablándome de Mabel, la cual yo imaginaba como un cruce entre una foca y un puercoespín, a pesar de los poderosos esfuerzos de mi gafufo amigo por pintármela en tecnicolor y con una belleza cercana a la de cualquier Winona Ryder, en versión criolla.
Lope, sí?...el prólogo...ah, claro, el prólogo. Me despedí y prometí tenerle a Giovanni su prólogo para la próxima semana. Al día siguiente me llegó un paquete, era algo más de medio centenar de páginas impresas en baja calidad y que, atadas con una cabuya, respondían al nombre de “Fragmentos de Enfermedad”. Me tomé algo más de media hora para hojearlas y entonces comprendí, que si quería escribir sobre “Fragmentos”, debía dirigirme inmediatamente a la cocina y preparar café, pero bien cargado.

Los siguientes días fueron para atender la visita de mi tía Amanda y mi primo Rogelio, los cuales llegaron intempestivamente y me obligaron a que los llevara a conocer la ciudad. Seis días después, y tras la marcha de mis familiares, tomé el “Gran Diccionario Espasa de Sinónimos y Antónimos” y me propuse escribir una obra maestra del "prologuismo". Pero nuevamente el aciago destino truncó mis buenas intenciones, ya que mi abuelo Mateo murió, y entre velorio, funeral y misa de las nueve noches, no me quedó espacio para escribir el bendito prólogo.
Giovanni no volvió a llamar, yo me partí una pierna y las dos manos al intentar cruzar un charco y estuve seis meses en silla de ruedas. Mabel se casó con un banquero y tuvo nueve hijos; el gordo Manrique y Leonardo fueron vistos en un bar gay”.
Lope Andrés Vieira Garrido, febrero de 2000
P.D.: Este texto hace parte de mi ya casi olvidado trabajo de grado de la U.
Y no podía ser de otra forma, una feliz navidad para todos los pastusos que me caen bien, para los otros, un tibio apretón de manos. Nos vemos.
+++Blogs recomendados de la semana: Collagemanía, Reciklante y Omarama.
© Ilustración de Giovanni Clavijo