
"Me acosté con una mujer que, al cabo de una hora, me despertó para preguntarme si a mi potencia física le correspondía un igual amor espiritual hacia ella. Pues sin lo espiritual se sentía profanada. Tuve que vestirme rápidamente, y mientras buscaba debajo de la cama un botón de la camisa que se me había caído, le expliqué que mi espíritu está siempre en aquella parte del cuerpo que estoy usando en ese momento para una actividad determinada. Es decir: cuando paseo, en los pies, etc."
"Es como si hubiese estado buscando a Irene toda mi vida y, de pronto, alguien me dijese que la ha encontrado. Pero, en realidad, no la busco. Tampoco tengo nostalgia de ella. Ella puede ser algo totalmente distinto del resto del mundo, y sólo cuando pienso en ella siento un último atisbo de fe dentro de mí. Quizás habría que ser escritor para poder expresar esto exactamente."