Aquel que olía todos los días en la tienda de loza el recochado de los cacharros se
fue convirtiendo en botijo, su mujer en sopera y la niña en jarrita.
Tan de loza eran que todos murieron de caídas. Todos se rompieron el día menos
pensado.
Ramón Gómez de la Serna, Trampantojos.