Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Hildy tiene razón

7/11/25 | |

10 razones para amar Un extraño en mi vida (Strangers when we meet, 1960) de Richard Quine, con unos maravillosos Kim Novak y Kirk Douglas.

El infierno de Tom Neal

6/11/25 | |

 Detour (1945), un clasicazo de Edgar G. Ulmer, con Tom Neal y Ann Savage.

Barbara Payton, caer caer

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 Murder is my beat (1955), una joyita del cine negro dirigida por Edgar G. Ulmer.

Payton y billetes falsos de veinte dólares

5/11/25 | |

Barbara Payton y Lloyd Bridges, en Trapped (1949, Richard Fleischer).

El autobús perdido

4/11/25 | |

Joan Collins y Jayne Mansfield en The wayward bus (1957, Victor Vicas), basada en una novela de John Steinbeck

Un fragmento de Natalia Ginzburg

3/11/25 | |

Él y yo 


Él tiene siempre calor; yo, siempre frío. En verano, cuando hace verdaderamente calor, no hace sino lamentarse del gran calor que tiene. Se indigna si ve que, por la noche, me pongo una rebeca. 
Él sabe hablar bien varios idiomas; yo no hablo bien ninguno. Él logra hablar, a su modo, hasta los idiomas que no sabe. 
Él tiene un gran sentido de la orientación; yo, ninguno. En las ciudades extranjeras, después del primer día, él se mueve con la ligereza de una mariposa. Yo me pierdo en mi propia ciudad; tengo que preguntar para volver a mi casa. Él odia preguntar; cuando vamos por ciudades desconocidas, en coche, no quiere que preguntemos a nadie y me ordena que mire el plano. Yo no sé mirar los planos, me armo un lío con los circulitos rojos, y él se enfurece. 
A él le gustan los museos, y yo los visito haciendo un esfuerzo, con una desagradable sensación de deber y de fatiga. A él le gustan las bibliotecas; yo las odio. 
Le gustan los viajes, las ciudades extranjeras y desconocidas, los restaurantes. Yo me quedaría siempre en casa, no me movería nunca de ella.

Natalia Ginzburg.

Jayne Mansfield en The burglar

2/11/25 | |

 Jayne Mansfield en The burglar (1957), una joyita del cine negro con el gran Dan Duryea y dirigida por Paul Wendkos.

Mamie Van Doren, una entrada a lo grande

1/11/25 | |

Fotogramas de Guns, Girls, and Gangsters, dirigida por Edward L. Cahn. 1959.

Una de Ed McBain

30/10/25 | |

 Un fotograma de Cop hater (1958), de William Berke.

Una de atracos en Newcastle

29/10/25 | |

Muy recomendable: Payroll (I Promised.to pay/Cada minuto cuenta), dirigida por Sidney Hayers. Reino Unido, 1961.

Ni Kim Novak salva esta película

28/10/25 | |

 5 against the house (1955), dirigida por Phil Karlson.

Payroll, brillante y brutal

26/10/25 | |

Una colección de principios

24/10/25 | |

Mi expediente amoroso es una colección de principios. Un paisaje definitivamente inacabado que se extiende entre excavaciones inundadas, cimientos al aire libre y estructuras en ruina; una necrópolis interior que ha estado en obra negra desde que recuerdo. Cuando te conviertes en coleccionista de inicios también puedes corroborar, con precisión casi científica, la poca variabilidad que tienen los finales. Estoy condenada, particularmente, a la renuncia. Aunque, en realidad, no hay mucha diferencia, todas las historias terminan bastante parecido. Los conjuntos se intersectan más o menos igual y lo único que cambia es el punto de vista desde el que te toca ver: la renuncia es voluntaria, el consenso es la menos común de las opciones, y el abandono es una imposición. 


Fragmento de Conjunto vacío, de Verónica Gerber.

2020: Memorias del confinamiento

22/10/25 | |

Foto de Giovanni Clavijo.

Plunder road (1957) una joyita del cine negro

21/10/25 | |

Está todo más viejo

19/10/25 | |

Es extraño llegar a un lugar que se corresponde contigo, pero al que no perteneces. Reconocer una calle en la que no creciste. Dormir, comer, bañarte en una casa que debió quedar a la vuelta de la tuya. Deambular por un barrio en el que no jugaste. Conversar con gente a la que no conociste. Encontrar un hueco justo de tu tamaño, pero no poder llenarlo. Mi Hermano(H) había llegado esa mañana directo a Córdoba. La casa de la Abuela(AB) no ha cambiado nada, me advirtió al abrir la puerta. Está todo más viejo, eso sí, incluida ella. Más lleno de polvo. 


Fragmento de Conjunto vacío, de Verónica Gerber.

Doctor X (1932), una de Technicolor de dos colores

17/10/25 | |

Seis personas han sido asesinadas en la calle Mott muy cerca de la Morgue donde funciona la peculiar academia de medicina del Doctor Xavier. Todos los crímenes han sido cometidos, en noches de luna llena, por una suerte de caníbal que asesina con un bisturí y luego desolla a sus víctimas. Con la venia de la policía, el doctor Xavier procurará averiguar si el asesino está entre sus colaboradores, mientras un periodista husmea cuanto puede y trata de enamorar a la hija del científico.

Otros motivos, otros duelos

15/10/25 | |

 Retratos vivos de mamá, de Carolina López Jiménez

Un fragmento de Un recuerdo navideño

13/10/25 | |

Aparte de no haber visto ninguna película, tampoco ha comido en ningún restaurante, viajado a más de cinco kilómetros de casa, recibido o enviado telegramas, leído nada que no sean historietas gráficas y la Biblia, usado cosméticos, pronunciado malas palabras, deseado a nadie mal alguno, mentido a conciencia, ni dejado que ningún perro pasara hambre. Y estas son algunas de las cosas que ha hecho, y que suele hacer: matar con una azada a la más grande serpiente de cascabel jamás vista en este condado (dieciséis cascabeles), tomar rapé (en secreto), domesticar colibríes (desafío a cualquiera a que lo intente) hasta conseguir que se mantengan en equilibrio sobre uno de sus dedos, contar historias de fantasmas (tanto ella como yo creemos en los fantasmas) tan estremecedoras que te dejan helado hasta en julio, hablar consigo misma, pasear bajo la lluvia, cultivar las camelias más bonitas de todo el pueblo, aprenderse la receta de todas las antiguas recetas curativas de los indios, entre otras, una fórmula mágica para quitar verrugas. 

Fragmento de Un recuerdo navideño, de Truman Capote.

Salesman (documental, 1969), Albert Maysles

11/10/25 | |

Cuatro vendedores de biblias van de de puerta en puerta dispuestos a colocar su mercancía. Son Paul “el Acosador”, Charles “el Motivador”, James “el Conejo” y Raymond “el Toro”. Sus apodos responden a su peculiar estilo de vender. Primero recorren Boston y sus alrededores, donde se encuentra la sede de la compañía, después van a Chicago a una conferencia sobre ventas y finalmente al prometedor territorio de Miami. Hablando, engañando, contando chistes e historias, los vendedores intentan vender a una amplia variedad de clientes. (FILMAFFINITY).

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Fragmento de László Krasznahorkai

9/10/25 | |

Nacemos en un mundo cercado como una pocilga, continuó pensando con el cerebro zumbándole, e igual que los cerdos que se revuelcan en su propio fango no sabemos con qué fin nos apelotonamos en torno a las ubres nutricias, para qué luchamos encarnizadamente en el barro, por llegar al comedero o, al atardecer, al lugar donde dormir. Se abotonó el pantalón y dio unos pasos para que la lluvia le diera de lleno. «¡Lávame estos viejos huesos! —murmuró con tono de amargura—. ¡Lávalos porque este viejo meón ya no durará mucho tiempo!».

  
Fragmento de Tango satánico, de László Krasznahorkai, premio Nobel de literatura 2025.

Un fragmento de Las llanuras

7/10/25 | |

Hace veinte años llegué a las llanuras con los ojos bien abiertos, atento a cualquier elemento del paisaje que pareciera insinuar algún significado complejo más allá de las apariencias. 

Mi viaje a las llanuras fue mucho menos arduo de cómo lo describí más tarde. Y ni siquiera puedo decir que en un momento dado me percatara de haber abandonado Australia. Pero sí recuerdo claramente una serie de días en los que el paisaje llano que me rodeaba me parecía cada vez más un lugar que solo yo era capaz de interpretar. 
Las llanuras que atravesé durante aquellos días no eran todas ellas infinitamente parecidas. Unas veces me encontraba ante un valle grande y poco profundo, cubierto de árboles y ganado ocioso, surcado acaso por un arroyo. Otras veces, al final de una extensión de terreno nada prometedora, la carretera ascendía hasta lo que sin duda era una colina, y al rato veía ante mí otra llanura, plana y árida y abrumadora.

Fragmento de Las llanuras, de Gerald Murnane. Traducción de Carles Andreu.

Dos fragmentos de El libro de la almohada

6/10/25 | |

La verdad es que odio a cualquier persona que estornuda salvo cuando es el dueño de la casa.
*
Nubes 
Me encantan las blancas, purpúreas y negras nubes, y las nubes de lluvia cuando las lleva el viento. Es encantador al amanecer ver las oscuras nubes que poco a poco se vuelven blancas. Creo que esto ha sido descrito en un poema chino que dice algo sobre "los tintes que se retiran al amanecer". 
Es conmovedor ver pasar un tenue jirón de nube sobre la luna brillante.

Fragmentos de El libro de la almohada, Sei Shônagon.

Mamie Van Doren, en Vice raid

5/10/25 | |

 Mamie Van Doren en Vice Raid (1959).

Me pesan las cosas que tengo...

3/10/25 | |

Me pesan las cosas que tengo. Hay objetos que acumulo por gusto, necesidad o herencia y que invaden los metros cuadrados que tengo el atrevimiento de llamar míos. No es una revelación new age ni una diatriba anticapitalista decir que, por momentos, siento que las cosas se adueñan de mí: el baúl amarillo de Olinalá atiborrado de fotos viejas, el tintero de vidrio, la vajilla blanca de mi abuela, guardada en cajas de cartón desde hace años. Todo marcado por la enfermedad de sus dueños anteriores, con tumores en los pulmones y en el páncreas: quiero conservar estos objetos, pero no quiero volverlos a ver.


Fragmento de Mi madre vive aquí, de Isabel Zapata.

The girl in black stockings (1957)

1/10/25 | |

De Los apegos feroces

30/9/25 | |

Nuestros mejores momentos juntas son cuando hablamos del pasado. Yo le digo: «Mamá, ¿te acuerdas de la señora Kornfeld? Cuéntame esa historia otra vez», y ella se recrea contándomela de nuevo. (Lo único que odia es el presente; en cuanto el presente se hace pasado, comienza a amarlo inmediatamente). Cada vez que cuenta la historia, es la misma y también es completamente distinta, porque cada vez que la oigo soy más mayor y se me ocurren preguntas que no le hice la última vez.
*
Se movía a pasos largos y muy estudiados. Movía primero una pierna y luego la otra, cimbreando las caderas. Todo el mundo sabía que esta mujer no iba a ningún lado, que caminaba por caminar, para sentir el efecto que causaba en la calle. Sus andares acentuaban las carnes ocultas bajo la ropa. Iba declarando: «Este cuerpo tiene el poder de despertar tu deseo». No había nadie como ella en mil kilómetros a la redonda. Los hombres y las mujeres la ansiaban por igual.

Fragmento de Apegos feroces, de Vivian Gornick.

Fragmento de El huevo y la gallina

27/9/25 | |

Por la mañana en la cocina, sobre la mesa, veo el huevo. 
Miro el huevo con una sola mirada. Inmediatamente advierto que no se puede estar viendo un huevo. Ver un huevo no permanece nunca en el presente: apenas veo un huevo y ya se vuelve haber visto un huevo hace tres milenios. En el preciso instante de verse el huevo este, es el recuerdo de un huevo. Solamente ve el huevo quien ya lo ha visto. Al ver el huevo es demasiado tarde: huevo visto, huevo perdido. 
Ver el huevo es la promesa de llegar un día a ver el huevo. Mirada corta e indivisible; si es que hay pensamiento; no hay; hay huevo. Mirar es el instrumento necesario que, después de usarlo, tiraré. Me quedaré con el huevo. El huevo no tiene un sí mismo. Individualmente no existe. Ver el huevo es imposible: el huevo es supervisible como hay sonidos supersónicos. Nadie es capaz de ver el huevo. ¿El perro ve el huevo? Solo las máquinas ven el huevo. La grúa ve el huevo. Cuando yo era antigua, un huevo se posó en mi hombro. El amor por el huevo tampoco se siente. El amor por el huevo es supersensible. Uno no sabe que ama al huevo. Cuando yo era antigua fui depositaria del huevo y caminé suavemente para no derramar el silencio del huevo. Cuando morí, me sacaron el huevo con cuidado. Todavía estaba vivo. Solo quien viera el mundo vería el huevo. Como el mundo, el huevo es obvio. 
El huevo ya no existe. Como la luz de la estrella ya muerta, el huevo propiamente dicho ya no existe. Eres perfecto, huevo. Eres blanco. A ti te dedico el comienzo. A ti te dedico la primera vez.
Clarice Lispector.

Noche de verano

24/9/25 | |

 49. Noche de verano

Se encerró en su cuarto y se acostó, derrengado, sobre la cama. Durmió muy mal, sentía un calor sofocante y por su mente cruzaron horribles pesadillas. Se despertó exhausto y encendió la luz: su cuarto estaba lleno de cadáveres.

Pedro Ugarte.

Adiós, Claudia Cardinale

23/9/25 | |

¿Quién...?

22/9/25 | |

QUIÉN ME QUITA LO BAILADO

Pido peras al olmo. Las saboreo:
son deliciosas.
He pedido gato por liebre;
me lo han dado.
Me han contado historias libidinosas
a medianoche;
gozaba, con cada palabra,
con cada gesto.
He amado la noche
cuando amanecía, 
amé la muerte, y
soñé
con la realidad.

Irene Gruss.

La muerte de la polilla (fragmento)

20/9/25 | |

Después de un rato, aparentemente cansada de su danza, se posó en el borde de la ventana, al sol; y una vez finalizado aquel raro espectáculo, me olvidé de ella. Luego, cuando levanté la vista, volvió a cautivar mis ojos. Intentaba retomar su danza, pero parecía tan rígida —o tan torpe— que solo podía revolotear en la parte inferior del panel de vidrio, y cuando trataba de cruzarlo volando, no podía. Dado que estaba concentrada en otros asuntos, observé durante un rato aquellos intentos inútiles sin pensar, esperando inconscientemente que retomara su vuelo, como esperamos que una máquina que se ha detenido momentáneamente retome su actividad sin considerar las razones por las que falla. Después de quizás el séptimo intento resbaló por el borde de madera y cayó, agitando las alas, de espaldas sobre el alféizar de la ventana. La indefensión de su actitud hizo que me despabilara. De pronto comprendí que estaba en dificultades; ya no podía levantarse sola; sus patas luchaban en vano. Pero cuando le acerqué un lápiz con el propósito de ayudarla a enderezarse, comprendí que el fracaso y la torpeza eran la cercanía de la muerte. Bajé el lápiz. 


Fragmento de La muerte de la polilla, de Virginia Woolf.

Incluso

19/9/25 | |

INCLUSO 


Mientras voy conduciendo paso junto a grandes vallas publicitarias que anuncian negro sobre blanco Jesus loves even you. Me reconforta sobremanera esa inesperada declaración de amor. Lo único que me inquieta es ese «even», incluso.

Fragmento de Los errantes, de Olga Tokarczuk.

Dos películas colombianas recomendadas

17/9/25 | |

Un fragmento de Chatwin

16/9/25 | |

Perder el pasaporte era la menor de las preocupaciones de uno, perder un cuaderno era una catástrofe. Durante aproximadamente veinte años de viajes, sólo perdí dos. Uno desapareció en un autobús afgano. El otro lo confiscó la policía secreta brasileña.


Fragmento de The songlines, de Bruce Chatwin.