Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Fragmento de Una cierta edad

30/6/25 | |

Por la noche, mientras vemos una película o una serie, la gata Rosalía tiene a bien cedernos su sillón, con la elegancia de una emperatriz dadivosa, y se va a dormir bajo nuestra cama. Justo al acabar, tan pronto como calla el televisor, reaparece en la puerta de la sala, con la misma lentitud de su partida, y nos mira. No hace falta traducción, esa mirada quiere decir: «Venga, largaos y devolvedme mi sillón». A veces la subraya con un leve maullido exigente, pero por lo general le basta con la mirada, que tiene el fulgor altivo de Simone Signoret y la mala leche contenida (o incontenible) de Barbara Stanwyck. Lo portentoso de su reaparición es que se produce a escasos segundos del silencio televisivo, como si hasta entonces, y solo hasta entonces, nos hubiera cedido el sillón en usufructo.


Marcos Ordoñez, de Una cierta edad.

La expectativa

28/6/25 | |

LA EXPECTATIVA

BORAN FUE CONDENADO A CADENA PERPETUA. Pasaron los años. Murieron los guardianes y los sustitutos de los guardianes. Se extinguió la especie humana. Los barrotes de acero se deshicieron con la erosión continuada e implacable del aire. Entonces Boran escapó. «Sólo era cuestión de tiempo», se dijo.

Ángel Olgoso.

EL DÍA QUE ME SENTÉ CON JESÚS EN LA TERRAZA...

27/6/25 | |

EL DÍA QUE ME SENTÉ CON JESÚS EN LA TERRAZA Y SE LEVANTÓ UN VIENTO Y ABRIÓ MI KIMONO Y ÉL VIO MIS PECHOS 


Cuando un evento extraordinario tiene lugar en tu vida, eres propenso a recordar con una claridad antinatural los detalles que lo rodean. Recuerdas formas y sonidos que no estaban directamente relacionados con el suceso, sino que flotaban en la periferia de la experiencia. Esto puede suceder incluso cuando lees un gran libro por primera vez, uno que te inquieta y te hace pensar. Recuerdas dónde lo leíste, en qué habitación, quién estaba cerca. 
Recuerdo, por ejemplo, cuando leí Servidumbre humana. Estaba acostada en una litera superior en nuestro dormitorio de la escuela secundaria, envuelta en una colcha azul. Vivía en un dormitorio debido a mi padre. Él era un hombre religioso y quería que yo recibiera una educación espiritual: que escuchara la Palabra y conociera al Señor, como él lo dijo. Así que me envió a la Academia Luterana de San Pablo en Regina por dos años. Él estaba seguro de que allí es donde yo escucharía la Palabra. En todo caso, todavía puedo oír a la señora Sverdrup, nuestra ama de casa, llamando a la puerta a medianoche y susurrando con su acento noruego: «Oye, Gloria, es más de medianoche, es hora de apagar las luces. Ahora mismo», para luego deslizarse por el pasillo en sus pantuflas. Lo interesante aquí es que no recuerdo nada sobre el libro en sí, excepto que alguien en él tenía un pie zambo. Pero debe haberme conmovido profundamente cuando tenía dieciséis años, de lo que ya hace algún tiempo.

Gloria Sawai. Traducción de Raquel Castro.

Si algo me impide intentarlo

24/6/25 | |

Si algo me impide intentarlo 


¿Entonces para qué dar el salto? Si algo me impide intentarlo, paralizando en el aire mis músculos, es el hecho de constatar que antes de darlo ya su parábola externa está bien inscrita en mi mente. ¿Qué sentido tiene entonces describirlo en el trance en que, separada del suelo, mi figura lo dibuje en el aire si ya su parábola externa sin necesidad de intentarlo está bien inscrita en mi cuerpo?

Juan Calzadilla.

El ojo del dragón

22/6/25 | |

El ojo del dragón

El pastor se acercó a la hoguera donde la noche anterior habían quemado a la bruja. De entre las cenizas todavía tibias rescató un hueso largo, ennegrecido, que luego ahuecaría con paciencia para poder soplar por él y sacar música. Cada vez que salía melodía del agujero del hueso, un monasterio, en algún lugar del mundo, se incendiaba. Cada vez que el instrumento del músico sonaba, una monja cedía a la tentación. Era un fuego dulce, que miraba desde lejos la apariencia de las cosas y las convertía a su danza, crepitando. 

Rafael Courtoisie.

Parte metereológico

20/6/25 | |

Parte
meteorológico


Hay
muchas
nubes
en
el
recibidor,
que
ocultan
la
lámpara
del
techo
y
se infiltran
 progresivamente
 en
 la
 cocina
 y
 en
 el
 pasillo.
 Continuarán descendiendo
las
temperaturas,
y
es
previsible
que
granice
en
el
cuarto
de baño
y
que
llueva
en
la
sala.
Las
precipitaciones
serán
de
nieve
en
lo
alto
del aparador
 y
 en
 el
 borde
 superior
 de
 los
 cuadros.
 En
 las
 habitaciones
 del fondo,
el
tiempo
continuará
siendo
seco
y
soleado. 

José
María
Merino.

Montañeros

18/6/25 | |

Montañeros 


Mi padre desapareció hace veinte años, en la ascensión al Nanga Parbat. He sentido emoción, vértigo y furia al encontrarlo en una grieta de la cara norte, sin una arruga, más joven que yo. 

Creo que voy a matarle.

Óscar Sipán.

Una historia sobre el cuerpo

16/6/25 | |

Una historia sobre el cuerpo 


El joven compositor, que trabajaba ese verano en una colonia de artistas, la había observado durante una semana. Ella era japonesa, pintora, tenía casi sesenta y él pensó que estaba enamorado de ella. Amaba su trabajo y su trabajo era como la forma en que ella movía su cuerpo, usaba sus manos, lo miraba a los ojos cuando daba respuestas divertidas y consideradas a las preguntas de él. 
Una noche, volviendo de un concierto, llegaron hasta la puerta de su casa y ella se volvió hacia él y dijo: «Creo que te gustaría tenerme. También a mí, pero debo decirte que he sufrido una doble mastectomía». Y cómo él no entendía, aclaró: «He perdido mis dos pechos». 
La radiante sensación que él había llevado consigo en su estómago y en la cavidad de su pecho –como música– se marchitó de pronto y él se obligó a mirarla mientras decía «Lo siento. Creo que no podría».
Volvió a su propia cabaña a través de los pinos, y a la mañana se encontró un pequeño recipiente azul en el porche. Parecía estar lleno de pétalos de rosa, pero cuando lo levantó, vio que los pétalos de rosa estaban arriba; el resto del bol –ella las había barrido, seguramente, de los rincones de su estudio– estaba lleno de abejas muertas. 

Filosofía de los ademanes

15/6/25 | |

FILOSOFÍA DE LOS ADEMANES

Mis versos han descubierto
que las gentes
no valen por sí mismas
en lo físico
sino que son bellas o feas
según como estén construidas
sobre sus ademanes.
Y que los ademanes
son los armazones maravillosos
e invisibles
de los seres humanos.

Luis Vidales.

Equivocación

14/6/25 | |

Equivocación 


Nos embarcamos en el Mediterráneo. Es tan bellamente azul que uno no sabe cuál es el cielo y cuál el mar, por lo que en todas partes de la costa y de los barcos hay letreros que indican en dónde es arriba y en dónde abajo; de otro modo uno puede confundirse. Para no ir más lejos, el otro día, nos contó el capitán que un barco se equivocó, y en lugar de seguir por el mar puso rumbo al cielo; y como el cielo es infinito no ha regresado aún, y nadie sabe en dónde está. 

Karel Capek.

Amputaciones

13/6/25 | |

Amputaciones 


Por haber jugado con el ventilador, la niña tiene la punta amputada del meñique. Desde entonces las tres muñecas, de castigo, tienen el mismo dedo cortado con tijeras.

Dalton Trevisan.

Soledades

12/6/25 | |

Soledades 


Las tardes de domingo la del 5° H llama de urgencia al plomero del consorcio, y le lee poemas. La mujer lo engaña, porque nada fue escrito por ella, sino por Neruda, Ungaretti, Auden o Machado. 
El hombre también miente, inspecciona el waterclos, afirma que los caños del artefacto tienen problemas y escucha los versos mientras simula que está trabajando.

Roberto Perinelli.

Revolucionario del siglo XXI

10/6/25 | |

Revolucionario del siglo XXI 


Incapaz para la acción, su vida fue un continuo sopor, salpicado de siestas y breves cabezadas, sólo interrumpido por las horas del sueño nocturno.

David Roas.

Tamaños

9/6/25 | |

Tamaños 


Cuando mi papá se hace muy grande, caza los aviones con las manos, los hace añicos y me los regala con las alas rotas y el fuselaje partido por la mitad. Cuando se hace chiquitito, se mete en las cuevas de las cucarachas y las ataca con un alfiler de gancho; entonces me las entrega muertas, con el lomo atravesado. Pero cuando se hace normal y vuelve del trabajo, nos dice a todos que discutió con el jefe, viajó apretado en el subterráneo y ni siquiera me trae caramelos.

Roberto Perinelli.

Ayer en el parque

7/6/25 | |

 Ayer en el parque: un culturista en patines, una joven madre empujando un cochecito, un camarero chino al que le apretaban los zapatos, una pareja de enamorados compartiendo un trozo de pizza, una vieja que solía salir con Drácula, un Jesús adolescente con su amigo Elvis, una chica mona con minifalda y botas militares, el tipo solitario que toca el bongo con gafas de sol envolventes. 

Charles Simic.

Rabia o rima

6/6/25 | |

¿EL AMOR, ENTONCES,
también se acaba?
No, que yo sepa.
Lo que sé
es que se transforma
en una materia prima
que la vida se encarga
de transformar en rabia.
O en rima.

Paulo Leminski.
Traducción de John Galán Casanova.

La naparoia

4/6/25 | |

La naparoia

Los pacientes atacados de naparoia sienten la extraña sensación de que nadie los persigue, ni está tratando de hacerles daño. Esta situación se agrava a medida que creen percibir que nadie habla de ellos a sus espaldas, ni tiene intenciones ocultas. El paciente de naparoia finalmente advierte que nadie se ocupa de él en lo más mínimo, momento en el cual no se vuelve a saber más nunca del paciente, porque ni siquiera puede lograr que su psiquiatra le preste atención.

 Luis Britto García.

La gran alegría de los hombres de números

2/6/25 | |

La gran alegría de los hombres de números

tan queridos
los sofás
más aún las mecedoras
que se balancean
y tanta palabra
en el mundo tanto sonido
no entiendo por qué
tantas rejas también
estoy triste
hasta que pasan
niños
correteando

Novela en doce líneas

28/5/25 | |

Novela en doce líneas

cuánto falta para que nos veamos hoy
cuánto falta para que nos veamos ya
cuánto falta para que nos veamos todos los días
cuánto falta para que nos veamos para siempre
cuánto falta para que nos veamos un día sí y un día no
cuánto falta para que nos veamos a veces
cuánto falta para que nos veamos cada vez menos
cuánto falta para que no queramos vernos
cuánto falta para que no queramos vernos nunca más
cuánto falta para que nos veamos y finjamos que no nos vimos
cuánto falta para que nos veamos y no nos reconozcamos
cuánto falta para que nos veamos y no recordemos que un día nos conocimos

Bruna Beber

Circe Maia, el visitante

26/5/25 | |

El visitante

Ha llegado a mi casa en silencio
¿Qué palabras habré de decirle?
Ha llegado a mi alma en silencio,
nadie sabe su nombre.

¡Ah! No es cierto que no lo esperara.
Día a día sentía más cerca
su mirada, sus pasos, y era
una extraña alegría.

–Alguien alza los ojos y ríe–
Un mar rompe sus olas muy lejos.
Dicha-sol conmovida, dorada,
¿cómo he de decirla?

Ahora todo ha nacido de nuevo.
Se ha lavado de viejos disfraces.
La luz canta de pie sobre el agua
luz, ala radiante.
En silencio ha llegado a mi alma.
Nadie sabe su nombre.

Circe Maia.

King Kong se encuentra con Wallace Stevens

24/5/25 | |

Coge dos fotografías—
Wallace Stevens y King Kong
(¿Es significativo que coma plátanos mientras escribo esto?)

Stevens es gordo, bonachón, un blanco corte de cepillo
corbata a rayas. Hombre de negocios excepto
en las manos oscuras y gruesas, el cerebro desnudo
el pensamiento en él.

Kong vacila
perdido nuevamente en las calles de Nueva York
a sus pies una freza de irritados coches.
La mente no está en ningún sitio.
Los dedos son de plástico, eléctricos bajo la piel.
Está a lo que diga la Metro-Goldwyn-Mayer.

Entretanto W. S. en su traje
está pensando el caos está pensando vallas.
En su cabeza —las semillas de dolor nuevo
su exorcizar,
el rugido de sangre encerrada.

Las manos se escurren de su chaqueta,
posan en la sombra del asesino.

Michael Ondaatje, traducción de Bernd Dietz).

Philippe Druillet

21/5/25 | |

Un par de poderosas páginas dobles (una de Salambo y otra de Lone Sloane) de Philippe Druillet.

Conan, a lo John Buscema

20/5/25 | |

Una ilustración de John Buscema.

Conan, a lo Barry Windsor-Smith

19/5/25 | |

Una bárbara ilustración de Barry Windsor-Smith.

Conan, a lo Coleby

16/5/25 | |

Dos Conan, dibujados por Simon Coleby.

El país y el progreso

15/5/25 | |

EL PAÍS Y EL PROGRESO 


Anoche cuando volvía a casa, me pareció que había desembocado en la calle Tucumán del siglo pasado, aún más pueblerina y más pobre que la actual. En este país, que hasta ayer progresaba, la situación se repite de vez en cuando, y uno se encuentra en lugares cuya desolada modestia corresponde a un álbum de fotografías viejas. 

Adolfo Bioy Casares, Guirnalda con amores.

La sombra del líder

13/5/25 | |

LA SOMBRA DEL LÍDER 


Un Líder Político iba paseando un día de sol, cuando vio que su Sombra le abandonaba y se iba corriendo.
—Vuelve aquí, sinvergüenza, —le gritó. 
—Si fuese sinvergüenza —respondió la Sombra, aumentando la velocidad— no te habría abandonado. 

Ambrose Bierce, Fábulas fantásticas.

Fragmentos de El desierto de los tártaros (II)

10/5/25 | |

Más fragmentos de El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati:

 "En estos años, mientras él estaba en la Fortaleza, habrá perdido muchas buenas ocasiones, pero Giovanni es todavía joven, le queda todo el tiempo posible para remediarlo."

" —Sí, hace demasiado calor —respondió con voz átona, y ambos se dieron cuenta de que todo había acabado. Ahora estaban otra vez lejos, entre ellos se abría un vacío, en vano alargaban las manos para tocarse, la distancia aumentaba cada minuto."

" Giovanni espera paciente su hora, que nunca ha llegado, no piensa que el futuro se ha abreviado terriblemente, ya no es como antaño, cuando el tiempo por venir podía parecerle un período inmenso, una riqueza inagotable cuyo derroche no presentaba ningún riesgo."

" Armándose de fuerza, Giovanni endereza un poco el busto, se ajusta con una mano el cuello del uniforme, echa aún un vistazo al exterior de la ventana, una brevísima mirada, para su última porción de estrellas. Después, en la oscuridad, aunque nadie lo vea, sonríe."

De El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati

9/5/25 | |

Fragmentos de el El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati (traducción de María Esther Benítez): 

"...ya no le quedan muchos años, y si esta vez no es la buena, probablemente todo ha acabado. No es el miedo lo que lo detiene, no es el pensamiento de poder morir. Ni se le pasa por la cabeza."

" La razón es que Filimore ha esperado demasiado, y a cierta edad esperar cuesta un gran trabajo, ya no se recobra la fe de cuando se tenía veinte años. Demasiado tiempo ha esperado en vano, sus ojos han leído demasiadas órdenes del día, demasiadas mañanas sus ojos han visto esa maldita llanura siempre desierta."

" ¿Y si por un caminito, en medio de los setos, avanzase una hermosa muchacha, y cuando pasáramos a su lado a caballo nos saludase con una sonrisa?"

"...y como tú otros muchos, os habéis obstinado demasiado tiempo esperando, el tiempo ha sido más rápido que vosotros, y no podéis empezar de nuevo."

Sus últimas lecturas (en medio de la FILBO)

8/5/25 | |

SUS ÚLTIMAS LECTURAS 


Solo y aterrado, en una noche lluviosa, falleció de un ataque cardiaco mientras leía. Alrededor del sillón de lectura estaban desparramadas las obras completas de Edgar Allan Poe, de H. P. Lovecraft, de Bram Stoker. Durante el entierro, con muy escasa concurrencia, el orador fúnebre hizo notar que el muerto fue sin duda el más sensible crítico literario que jamás haya existido, un espíritu fino. Los crujidos del ataúd cuando era devorado por la tierra parecieron confirmar las palabras. 

René Avilés Fabila.

Como un búmerang

6/5/25 | |

Como un búmerang 


Tiene la manía de estar enfermo, lo dice a todo el mundo, el rumor corre y finalmente retorna a él. Se entera así de que está muy grave, según opinan los demás. Entonces vuelve a lanzar la noticia en un tono catastrófico. Y finalmente, amplificada de boca en boca, la noticia lo alcanza por segunda vez, como un bumerang. Así se entera de que está muerto. 

Dino Buzzati.

...

5/5/25 | |

Una vez sucedió que en un teatro se declaró un incendio entre bastidores. El payaso salió al proscenio para dar la noticia al público. Pero este creyó que se trataba de un chiste y aplaudió con ganas. El payaso repitió la noticia y los aplausos eran todavía más jubilosos. Así creo yo que perecerá el mundo, en medio del júbilo general del respetable que pensará que se trata de un chiste. 


Søren Kierkegaard, Diapsálmata.

La patinadora

4/5/25 | |

LA PATINADORA 


Era la patinadora empedernida. Iba la primera y salía la última. 
Hasta que un día no fue al skating helado, porque había logrado la gloria de los patinadores: morir de pulmonía. 
Ramón Gómez de la Serna, El alba y otras cosas.

La ciudad

3/5/25 | |

LA CIUDAD 


En la ciudad desierta un hombre piensa en voz baja. El silencio vocifera y apaga el pensar del hombre. El hombre piensa en voz alta. El silencio vocifera y ahoga el pensamiento del hombre. El hombre, sin pensarlo, grita. El silencio, ya afónico se resigna. Los ecos de la ciudad desierta repiten hasta el infinito ese único sonido. El hombre, aunque se ha tapado los oídos con las manos, ya no puede pensar. 

Laura Krauz.

Batman a lo Guillem March

2/5/25 | |

 Una doble página de Guillem March, para Batman #101.