Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Un trozo de Salter

19/9/23 | |

Oyó que ella pronunciaba su nombre. No dijo nada. Se quedó allí tendido mientras empequeñecía, cada vez más, hasta desvanecerse. La habitación se convirtió en una ventana, en una fachada, en un grupo de edificios, de plazas, de barrios, y al final en toda Roma... Su éxtasis estaba más allá de toda comprensión. Los tejados de las grandes catedrales refulgían bajo el aire invernal. 

Fragmento de El cine, relato de James Salter, incluído en Anochecer. Traducción de Antoni
Puigròs.

Am Strande von Tanger (fragmentos finales), de James Salter

18/9/23 | |

Las calles de la ciudad están casi vacías. Se acerca la medianoche: medianoche de domingo. El día al sol los ha dejado agotados, el mar ha absorbido sus fuerzas. Bajan del coche en General Mitre y se dan las buenas noches a través de las ventanillas. El ascensor sube muy despacio. Sienten como si colgaran del silencio, miran al suelo como los jugadores de cartas después de perderlo todo.
Tiene los pechos pequeños y los pezones grandes. También, como ella misma dice, un trasero más bien grande. Su padre tiene tres secretarias. Hamburgo está cerca del mar.

El apartamento está a oscuras, Nico enciende una luz y luego desaparece. Malcolm se lava y se seca las manos. Todo parece tranquilo, recorre lentamente las habitaciones hasta que la encuentra de rodillas en el umbral de la puerta de la terraza, como si se hubiera caído.
Mira la jaula: Kalil está en el suelo.

— Dale un poco de brandy en la punta de un pañuelo — propone.
Nico ha abierto la puerta de la jaula.
— Está muerto — dice.
— Déjame verlo.

Está tieso. Sus patitas están curvadas y secas como una ramita. Parece más ligero: el aliento ha abandonado su plumaje; su corazón, más pequeño que una semilla de naranja, ha dejado de latir. La jaula está vacía en el frío umbral. Parece que no hay nada que decir, Malcolm cierra la puerta.

Luego, en la cama, escucha los sollozos de Nico. Intenta consolarla, pero no puede. Ella le da la espalda, no va a contestarle.

Tiene los pechos pequeños y los pezones grandes. También, como ella misma dice, un trasero más bien grande. Su padre tiene tres secretarias. Hamburgo está cerca del mar.

Fragmento de Am Strande von Tanger, de James Salter.

Trocitos de Bobbie Ann Mason

17/9/23 | |

Todo es redondo, todo está lleno, como la luna. La barriga de Linda. Las bolas de la bolera En la televisión, Steve Martin hace un número cómico, una parodia de la canción I believe.
Fragmento de Tercer lunes.

Edwin tiene cuarenta y tres años y Sabrina solo veinte, pero él no quiere creer que la edad sea una barrera que los separa. A veces no acaba de creer en su buena suerte, que tiene una chica guapa que todavía le encuentra atractivo. Edwin tiene un hoyuelo pronunciado en la barbilla, que a su primer esposa, Lois Ann, le recordaba a Kirk Douglas. Ella había leído en una revista de cine que Kirk Douglas tenía un accesorio especial para afeitarse el hoyuelo. Pero Sabrina opina que Edwin se parece a John Travolta, que también tiene un hoyuelo. De vez en cuando Edwin se da cuenta de lo viejo que es en comparación con Sabrina, pero el tiempo ha pasado muy aprisa y él continúa sintiéndose como la misma persona de hace veinte años, sin ningún cambio. En el caso de sus anteriores exesposas, tuvo la sensación de que se fueron separando poco a poco de él, pero nunca intentó hacerlas regresar. Pero con Sabrina sabe que tiene que hacer un esfuerzo, ya que está empezando a vislumbrar que tarde o temprano las mujeres acaban desilusionándose de él.
Fragmento de Un formato new-wave.
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Desde hace varias semanas, Louise Milsap pinta cuadros de sandías. La primera parecía una pelota de baloncesto que flotase en una charca cubierta de algas. Demasiado verde, comprendió. Comenzó a cambiar los fondos, y ahora introduce algunas veces insólitos objetos decorativos, unas velas, una jabonera, un par de tenazas. Probó a incluir otras frutas, pero el tamaño de los melones, comparado con el de las manzanas y uvas, hacía que pareciesen un poco naturales y raras. Cuando vio la fotografía de una cornucopia en una revista, se imaginó una enorme sandía incrustada en su boca.
Fragmento de Naturaleza muerta con sandía.

Fragmentos de Shiloh, libro de cuentos de Bobbie Ann Mason. Traducción de Antonio Mauri y Kosián Masoliver.

Un fragmento de James Salter

12/9/23 | |

Barcelona al amanecer. Los hoteles están a oscuras. Todas las grandes avenidas apuntan hacia el mar. 

La ciudad está desierta. Nico duerme. Se halla envuelta con las sábanas retorcidas, con su larga melena, con un brazo desnudo que asoma por debajo de la almohada. Yace inmóvil, ni siquiera respira. 

 En una jaula, que se perfila bajo un cuadrado de seda añil y negra, duerme su pájaro: Kalil. La jaula está en el interior de la chimenea vacía, que han restregado hasta dejar limpia. Hay flores junto a la jaula, y también un cuenco con frutas. Kalil está durmiendo, la cabeza bajo la suavidad del ala.

Un fragmento de Am Strande von Tanger, de James Salter, cuento incluido en Anochecer. Traducción de Antoni Puigros.

Un poema de Jorge Teillier

9/9/23 | |

Twilight

Todavía yace bajo el manzano 
el tílburi cansado de los abuelos. 
¿Quién recogerá esas manzanas 
donde aún brilla un sol de otra época? 

El cerco se pudre. 
La ortiga invade al jardín. 
Alguien mira el tílburi 
y apenas lo distingue 
en la luz oscilante 
entre la tarde y la noche. 

Bodas y entierros. 
Una tarde entera luchando contra el barro 
cuando íbamos al pueblo recién fundado. 
Un viaje de ebrios entre la susurrante penumbra 
esquivando las ramas enloquecidas. 
Viajamos y viajamos 
aún sabiendo que todo no puede sino terminar 
en una casa miserable desde donde se mira 
esa luz obstinada en pelear contra la noche. 
 
¿Quién recogerá las manzanas 
donde aún puede vivir un sol de otra época? 
La ortiga invade el jardín. 
El día no alcanza a refugiarse en la casa. 
Para huir de la oscuridad sólo hay un tílburi cansado 
que no se cansa de luchar contra la noche.

Jorge Teillier

Historia del cómic

3/9/23 | |

Una muy buena historia del cómic, en la página de Alberto Albarrán.

Otros descartes, otros desaires

1/9/23 | |

Poor things, lo nuevo de don Yorgos

31/8/23 | |

La abuela María Isabel y su máquina de coser

26/8/23 | |

Malaquías (conejo aniquilador)

25/8/23 | |

Reposiciones

24/8/23 | |

Matatigres, 1976

23/8/23 | |

Diarios de Moloch

22/8/23 | |

Experimentos en deserción

21/8/23 | |

EXPRC-23DIACONUS

20/8/23 | |

Otros tropezones

19/8/23 | |

El diablo mundo

16/8/23 | |

Experimentos en confusión

14/8/23 | |

Experimentos en dispersión

13/8/23 | |

Fragmentos, desvíos y tropezones

12/8/23 | |

En tiempos de exploración.

Film review, 1948

11/8/23 | |

Hoja de afeitar 

Yo posaba desnuda, cada día, entre las nueve y el mediodía. Y cada día, un hombre sentado al extremo izquierdo de la primera fila me dibujaba durante tres horas. Luego, exactamente a mediodía, él sacaba de su bolsillo una hoja de afeitar y, sin quitarme los ojos de encima, rasgaba meticulosamente su dibujo. Yo no me atrevía a moverme, yo lo miraba hacer. Enseguida él dejaba el taller, abandonando detrás de sí los pedazos de mí misma. La escena se repitió doce veces. El décimo tercer día no vine a trabajar.
Sophie Calle (traducción libre de uno de los textos de esta artista francesa aparecido en Des histoires vraies, Actes Sud, 2002.). 

Ronca, tú ronca, maldita 

 Coral ronca por las noches. Coral es muy fácil de voltear cuando ronca por las noches, basta con la yema de dos deditos de nada para ponerla de costado y que cesen sus ronquidos. Es esto algo que me tranquiliza mucho porque pienso que el día que se porte mal, sólo tendré que esperar a que caiga la noche para sacarla rodando de la cama hasta la calle. 
Lenisio Dimas.

Últimos días de los papeles dispersos

10/8/23 | |

Disconexos

8/8/23 | |

Una risa, una copa y un hueco de saliva

7/8/23 | |

PEQUEÑA HISTORIA

Yo soy
el hombre
que conmueve muchachas
en las mañanas empapadas;

el viento conocido
que desata la vida
de las esposas altas,
deshonestas,
de las hijas adúlteras
de casas como el mar;

la lluvia
que late en el vino
de mis hombres extraños de silencio
de caras como manos.

Soy
el que se queda solo
luego
y humanamente pide compartir
una risa
una copa
un hueco de saliva
MIGUEL OSCAR MENASSA.
Argentina-1940.

Blue Savannah

6/8/23 | |

Grafos

4/8/23 | |

Extensiones

2/8/23 | |

Un fragmento de El mar

31/7/23 | |

Me asombra lo poco que ha cambiado en los más de cincuenta años transcurridos desde la última vez que estuve aquí. Me asombra, y me decepciona, e incluso diría que me aterra, por razones que se me hacen oscuras, pues ¿por qué iba a desear algún cambio, yo, que he vuelto para vivir entre los escombros del pasado? (...) Se supone que la vida, la auténtica vida, es una lucha, una acción y una afirmación inagotables, la voluntad embistiendo con su cabeza roma contra la pared del mundo, cosas por el estilo, pero cuando vuelvo la vista atrás me doy cuenta de que la mayor parte de mis energías se dedicaron siempre a la simple búsqueda de cobijo, de comodidad, de sí, lo admito, un rincón acogedor. Comprenderlo se me hace sorprendente, por no decir escandaloso. Antes me veía como una especie de bucanero que se enfrentaba a todo el que se me ponía a tiro con un alfanje entre los dientes, pero ahora me veo obligado a reconocer que me engañaba. Esconderme, protegerme, guarecerme, eso es lo único que realmente he querido siempre, amadrigarme en un lugar de calor uterino y quedarme allí encogido, oculto de la indiferente mirada del sol y de la severa erosión del aire. Por eso el pasado supone para mí un refugio, allí voy de buena gana, me froto las manos y me sacudo el frío presente y el frío futuro.

Fragmento de El mar, de John Banville.

Ava Gardner, para agostos de viento y de lluvia

25/7/23 | |

Sing-along

24/7/23 | |

Jeanne Dielman en la bañera

23/7/23 | |


Rashomon, 1950

21/7/23 | |

Póster de Hans Hillmann para Rashomon, de Akira Kurosawa.

Selva Almada, un fragmento

19/7/23 | |

10
Los niños teníamos un mundo propio, hecho con la materia de las siestas y los juegos, pero también de la resaca melancólica de los cumpleaños, las fiestas familiares, los recreos; el tedio de las visitas forzadas a casas de parientes lejanos; el asco que nos provocaban los besuqueos de mujeres extrañas con olor a cosméticos y a tintura para el cabello; la vergüenza de los atuendos ridículos: los moños en el pelo, las medias con puntillas, los pantaloncitos de pana, los pulóveres hechos con restos de lanas viejas, los parches en las rodillas y en los codos; la resistencia que oponíamos a relacionarnos con otros niños para no darles el gusto a madres, tías o abuelas: entre niños se entienden, decían, los niños con los niños, la mesa de los niños, la vajilla de los niños… como si todos fuésemos iguales por el simple hecho de ser niños. 
El mundo de los adultos nos interesaba poco y nada, a lo sumo nos provocaba una cierta curiosidad de entomólogo. Los grandes con sus razones arbitrarias, con sus motivos importantes, sus gestos, sus maneras, sus enojos, sus castigos absurdos, el mucho o poco amor que nos daban según el caso, sus premios y sus penitencias, el derecho que creían tener sobre nosotros. Los queríamos, pero había una suerte de compasión en nuestro afecto. 
Desplegábamos nuestro mundo a sus espaldas. Un mundo luminoso donde convivían animales parlantes, criaturas nacidas de cruzas imposibles, insectos grandes como vacas y vacas pequeñas como escarabajos, ropas que a la noche en el tendedero se convertían en fantasmas, árboles que tenían garras en vez de ramas, batallas de flores, germinadores, faroles chinos alimentados de luciérnagas. Cuanto menos supieran ellos de nosotros, mejor.
Selva Almada. Fragmento de Niños, un cuento que hace parte de El desapego es una manera de querernos.

Tormento, la belleza trágica de Hideko Takamine

16/7/23 | |

Una recomendación dominguera: Tormento (1964), dirigida por Mikio Naruse y protagonizada por Hideko Takamine.

El cuerpo que te habita

12/7/23 | |

 Y yo me pregunto: ¿Qué es tu cuerpo?

Y yo me pregunto:
¿Qué es tu cuerpo? Yo no sé si te has preguntado alguna vez qué es tu cuerpo.
Es un trance grave y difícil.
Yo me he acercado una vez a mi cuerpo;
y habiendo comprendido que jamás lo había visto, aunque lo llevaba a cuestas,
le he preguntado quién era;
y una voz, en el silencio, me ha dicho:
Yo soy el cuerpo que te habita, y estoy aquí, en las oscuridades, y te duelo, y te vivo, y te muero.
Pero no soy tu cuerpo. Yo soy la noche.
La noche.

Jaime Sáenz Guzmán (La Paz, Bolivia, 1921-1986)