Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Salvador Espriu (1913-1985)

29/7/12 | |

Un fragmento de un libro bellísimo que leí hace un par de años:
XXXIII
Largos dedos que no paran nunca
con sus repiqueteos crueles en los cráneos estrepitosos
nos convierten en baile el cuenco seco de la mano
en el que no caben ni reposo ni lamentos ni canciones.
Mezclados hombres con mujeres con viejos y con niños,
rostros idénticos sin el recuerdo de cómo fuimos
deshechados los que ahora somos ya tantos,
girando en círculo, multitud obstinada,
alrededor del eje del vacío, privados de nombres,
juntos y aparte cada soledad.

Fragmento de Semana Santa de Salvador Espriu. Traducción de María Fornaguera de Roda y Georgina Ballera Rovira. Editorial Norma, Bogotá, 1999.