Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Rinoganso en el fin del mundo

24/8/10 | |

Fin

De pronto, como predestinado por una fuerza invisible, el carro respondió a otra intención, enfilado hacia imprevisible destino, sin que mis inútiles esfuerzos lograran desviar la dirección para volver al rumbo que me había propuesto.
Caminamos así, en la noche y el misterio, en el horror y la fatalidad, sin que yo pudiera hacer nada para oponerme.
El otro ser paró el motor, allí en un sitio desolado. Alguien que no estaba antes, me apuntó desde el asiento posterior con el frío implacable de un arma. Y su voz definitiva, me sentenció:
-¡Prepárate al fin de este cuento!
Edmundo Valadés

El Rinoganso

Con cuerpo de rinoceronte y patas de ganso, el abominable Rinoganso tuvo una corta existencia en las llanuras que rodean el Río Congo. La pesadez de sus cuernos relajados sobre el morro no le impedía evacuar unos extraños graznidos que precedían la hora del baño. Tuvo una muerte estúpida, propia de un ganso. El sacudimiento ágil de sus extremidades cortas no fue suficiente para mantenerlo a flote sobre el río que traga a los demás ríos, y a todos aquellos que intentan cruzarlo.
Martín Gardella