Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Y hasta hoy la amo

12/6/15 | |

EL MORDISCO

A Mariazinha la conocí en el baile municipal, ella bailaba encima de una mesa y le di una mordida en el trasero, ya va a hacer un año que eso ocurrió.”

“¿Por qué hizo eso?”, preguntó F. A.

“¿Qué?”

“Lo de morderla..., a la muchacha.”

“No sé. Había quinientas mujeres trepadas en las mesas, todas las mesas tenían una mujer arriba exhibiéndose, creo que eso me molestó. Y Mariazinha tenía las nalgas casi de fuera.”

“¿Y ella? ¿Qué hizo?”

“Dio un grito. Entonces los tipos de su grupo se me echaron encima y no te imaginas lo que fue aquello, por fortuna siempre hay alguien que quiere recoger las sobras entrando también a la pelea, fue una bronca espectacular, duro sólo unos cinco minutos pero creo que hasta al gobernador le gustó. Cuando salí de la enfermería ella estaba en la puerta y dijo 'bien hecho'. Respondí 'te amo', y de veras la amaba, y hasta hoy la amo.”

Rubem Fonseca, "El caso de F. A.".
Arriba, imagen de Romare Bearden, Empress of the Blues, 1974.