Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Es posible que todo lo perdone

4/2/16 | |

No se culpe a nadie de mi muerte

Rosa María: antes de suicidarme, unas líneas: quiero que se­pas todo el odio que por ti siento: antes de abandonarme por un jovenzuelo y de permitir que nuestro hijo muriera sin aten­ción médica, te dedicaste a torturarme de modo sistemático contándome tus infidelidades, una a una, sin omitir detalles. Fuiste, en efecto, una mujer cruel, aprovechaste mi carácter débil para ensañarte, para convertirme en piltrafa. Ahora, lo poco que sé de ti es por amigos comunes; me cuentan que eres feliz dominada por el hombre que amas. El dinero que juntos despilfarran era mi patrimonio; esperaba la vejez sin intran­quilidades amparado en ese capital en fuga. Es posible que todo lo perdone antes de levantarme la tapa de los sesos en un acto de valentía desusado en mí. Pero lo que nunca olvi­daré es que te llevaste (y todavía no sé para qué) el osito de peluche que siempre estuvo sobre la cama.
René Avilés Fabila.