Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Alguien así...

30/6/17 | |

III

Dijeron que un poema
debería ser menos personal;
que eso de hablar de tú o de yo
es cosa de mujeres.
Que no es serio.

por suerte o por desgracia
todavía hago lo que quiero.

Quizá algún día utilice otros métodos
y hable in abstracto.
Ahora sólo sé que si se dice algo
debe ser sobre tema conocido.

Yo sólo soy sincera –y ya es bastante–
hablando de mis propias miserias y alegrías
puedo contar que me gustan las fresas,
por ejemplo,
y que algunas personas
  me caen mal por hipócritas, por crueles
o simplemente porque son estúpidas.
Que no pedí vivir
y que morir no es algo que me atraiga
excepto cuando me hallo deprimida.
Que estoy hecha
sobre todo
de palabras.
Que para poder manifestarme
uso tinta y papel a mi manera.

No puedo remediarlo.
Por más que trate
no escribiré un ensayo
sobre la teoría de los conjuntos.

Tal vez más adelante
encuentre otras formas de expresarme.
Pero eso no me importa ahora;
hoy vivo aquí y en este momento
y yo soy yo
y como tal actúo.

Por lo demás, lamento no complacer a todos.
Creo que ya es bastante mirar hacia mí misma
y tratar de aceptarme
con huesos con músculos
con deseos con penas.
Y asomarme a la puerta y ver pasar el mundo
y decir buenos días. Aquí estoy yo.
Aunque no les guste.
Punto.

Ana María Rodas, Poemas de la izquierda erótica, 1973.