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Escribe como si te estuvieras muriendo. Al mismo tiempo, hazte a la idea de que escribes para un público compuesto exclusivamente por enfermos terminales. Es, al fin y al cabo, el caso. ¿Qué empezarías a escribir si supieras que vas a morir pronto? ¿Qué podrías decirle a un moribundo que no le enfureciera por su trivialidad?
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Escribe sobre el invierno en verano. Describe Noruega como lo hizo Ibsen, desde un escritorio en Italia; describe Dublín como lo hizo Joyce, desde un escritorio en París. Willa Cather escribió sus novelas de las praderas en Nueva York; Mark Twain escribió Huckleberry Finn en Hartford, Connecticut. Hace poco los investigadores descubrieron que Walt Whitman apenas salía de su habitación.Annie Dillard. De La abundancia. Ensayos narrativos (Malpaso, 2020). Traducción de Ignacio Villaro Gumpert