Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Un fragmento de jazz

29/12/24 | |

Eran las horas tranquilas de la tarde, entre la salida del trabajo de la gente diurna y la llegada al Birdland de los noctámbulos. Contemplaba desde la ventana del hotel cómo una lluvia desganada oscurecía y ensuciaba Broadway. Se sirvió una copa, puso un montón de discos de Sinatra en el tocadiscos... tocó el teléfono silencioso y regresó a la ventana. Enseguida su aliento empañó las vistas. Rozó el reflejo neblinoso como si fuera un cuadro y trazó con el dedo líneas mojadas alrededor de sus ojos, boca y cabeza hasta que lo vio convertirse en una cosa con forma de calavera chorreante que borró con el pulpejo de la mano.

Fragmento de Pero hermoso, de Geoff Dyer.