SUS ÚLTIMAS LECTURAS
Solo y aterrado, en una noche lluviosa, falleció de un ataque cardiaco mientras
leía. Alrededor del sillón de lectura estaban desparramadas las obras completas de
Edgar Allan Poe, de H. P. Lovecraft, de Bram Stoker. Durante el entierro, con muy
escasa concurrencia, el orador fúnebre hizo notar que el muerto fue sin duda el más
sensible crítico literario que jamás haya existido, un espíritu fino. Los crujidos del
ataúd cuando era devorado por la tierra parecieron confirmar las palabras.
René Avilés Fabila.