Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea.
De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.
Ayer en el parque: un culturista en patines, una joven madre empujando un cochecito, un camarero chino al que le apretaban los zapatos, una pareja de enamorados compartiendo un trozo de pizza, una vieja que solía salir con Drácula, un Jesús adolescente con su amigo Elvis, una chica mona con minifalda y botas militares, el tipo solitario que toca el bongo con gafas de sol envolventes.
Charles Simic.