Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea.
De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.
FUGA
Cuando amaina la ciudad
el celador del parque
ejercita su puntería
en una fruta
nada más triste
que la fuga de unos pájaros
azuzados por el miedo
JORGE ELIÉCER ORDÓÑEZ.