Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Al final del espectro.

10/1/07 | |

Me la recomendaron dos conocidos y me arriesgué a verla (con Celi, por supuesto). Y valió la pena. Al final del espectro es una muy buena película, que deja atrás todos esos complejos pendejos de que para hacer cine colombiano se debe hablar de coca, fútbol, guerrilla o recrear situaciones costumbristas estrato tres. Excelente factura, una historia con un tufillo a cine de terror japonés que no incomoda y una preciosa Noëlle Schonwald pasándola muy mal.Claro, no falta el pelmazo, en esta ocasión, don Mauricio Laurens (por quien sentía cierto respeto), que salga con este tipo de comentarios acerca de la película:
"Su falencia más notable se refiere a la intencionalidad de quienes buscan situarse por fuera del contexto colombiano frente al afán evidentemente gratuito de exponer temas diferentes a los de la consabida narcoviolencia".
Y sigue:
"Cabe hacernos una pregunta final: ¿Se justifica ignorar nuestra compleja realidad para sumirnos en esta fuga globalizada y sobrenatural?".

No más bla, bla, bla; vayan a verla y me cuentan.

Comentarios extraídos de Ciudad Viva, enero de 2007.