Me la recomendaron dos conocidos y me arriesgué a verla (con Celi, por supuesto). Y valió la pena. Al final del espectro es una muy buena película, que deja atrás todos esos complejos pendejos de que para hacer cine colombiano se debe hablar de coca, fútbol, guerrilla o recrear situaciones costumbristas estrato tres. Excelente factura, una historia con un tufillo a cine de terror japonés que no incomoda y una preciosa Noëlle Schonwald pasándola muy mal.Claro, no falta el pelmazo, en esta ocasión, don Mauricio Laurens (por quien sentía cierto respeto), que salga con este tipo de comentarios acerca de la película:
"Su falencia más notable se refiere a la intencionalidad de quienes buscan situarse por fuera del contexto colombiano frente al afán evidentemente gratuito de exponer temas diferentes a los de la consabida narcoviolencia".
Y sigue:
"Cabe hacernos una pregunta final: ¿Se justifica ignorar nuestra compleja realidad para sumirnos en esta fuga globalizada y sobrenatural?".
Comentarios extraídos de Ciudad Viva, enero de 2007.