Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Suicidas básicos.

12/1/07 | |

Almuerzo sobre un andamio, 1932. Bettmann
Chicos sobre New York. Bettmann
Marco Vilariño (fotografía de abajo) en su obra Historia duna fotografia do xoguete "muestra imágenes de la historia de la fotografía de los siglos XIX y XX reinterpretando obras de grandes maestros de la fotografía a partir de elementos de juegos infantiles". Visto en Si lo pinto, no lo digo.
Suicidas básicos

por Salvador Alario Bataller
El a, e, i, o, u de mis suicidas
(2006)

Independientemente de los motivos, el suicido es siempre en defensa propia… Antonio, mimado desde siempre por la vida, cuando la fortuna se perdió, se quitó de en medio. Ernesto, abatido por una desesperanza crónica, recorrió el camino casi común entre los de su especie. Ignacio, como el escritor inglés, no pudo con el aburrimiento. Omar, perseguido por peligros surgidos de sus conmociones paranoicas, emprendió un presunto vuelo salvador desde un décimo piso. Y Urbano, adepto a la filosofía de Marco Josefo, creyó encontrar iluminaciones místicas por la vía rápida. La penuria, la melancolía, el tedio, la psicosis y algo de todo más una vana esperanza, formaron el aguijón del mundo que ninguno de ellos quiso soportar. Tanto en la vida como en la muerte, hay gente para todo.
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