Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

El ubicuo.

6/4/07 | |

EL UBICUO
Al salir de la ciudad de Sravasti, el Buda tuvo que atravesar una dilatada llanura. Desde sus diversos cielos, los dioses le arrojaron sombrillas para resguardarlo del sol. A fin de no desairar a sus bienhechores, el Buda se multiplicó cortésmente y cada uno de los dioses vio un Buda que marchaba con su sombrilla.
W. Winternitz, Indische Litteratur (1920).

TRIUNFO SOCIAL

El criado me entregó el sobretodo y el sombrero y, como en un halo de íntima complacencia, salí a la noche.
"Una deliciosa velada", pensé, "la gente más agradable. Lo que dije sobre las finanzas y la filosofía los impresionó; y cómo se rieron cuando imité el gruñido del cerdo". Pero, poco después, "Dios mío, es horrible", murmuré: "Quisiera estar muerto".
Logan Pearsall Smith, Trivia (1918).

EL MAYOR TORMENTO
Los demonios me contaron que hay un infierno para los sentimentales y los pedantes. Allí los abandonan en un interminable palacio, más vacío que lleno, y sin ventanas. Los condenados lo recorren como si buscaran algo y, ya se sabe, al rato empiezan a decir que el mayor tormento consiste en no participar de la visión de Dios, que el dolor moral es más vivo que el físico, etcétera. Entonces los demonios los echan al mar de fuego, de donde nadie los sacará nunca.
El falso Swedenborg, Ensueños (1873).
Ilustración de Giovanni Clavijo.