Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea.
De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.
Pocas veces una película me genera tantas expectativas. Es que los Coen son los malditos amos (cómo disfruté El hombre que nunca estuvo allí, Fargo, De paseo con la muerte, The Hudsucker Proxy y El gran Lebowski).
Que la traigan pronto a Pasto o habrá sangre...