Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

CHAZA, el tenis pastuso, por Julián Ortiz

4/3/08 | |

Un artículo publicado en la página de la revista Soho, escrito por Julián Ortiz Cordero:
"En nuestra América ya existía una versión de un tenis primitivo, “tlachli” para los toltecas, “chaza” para los descendientes de los incas en el sur de Colombia y el norte del Ecuador. Antes de la conquista española, nuestros aborígenes ya lo practicaban. Hoy, como hace mas de 500 años, este deporte auténticamente colombiano sigue cautivando a cientos de personas.

Cae la tarde y el silencio invade cada rincón del barrio Miraflores. Desapareció ya el azul intenso que tapiza el cielo del invierno pastuso. La soledad y un viento helado que cala en los huesos invitan mas a buscar el calor de un refugio que a desandar las calles de esta ciudad del sur de Colombia que se levanta a 2.600 metros sobre el nivel del mar.

Una nube de polvo que se levanta entre una multitud eufórica, indica que algo está ocurriendo en los terrenos baldíos de este populoso sector. “¡Son los jugadores de pelota nacional! como hasta hace poco se conocía a la chaza en el resto del país, ¡Cada vez que juegan, esto es una fiesta!”, cuenta Manolito Calle, un vendedor de caramelos de 12 años que desde que advierte la presencia de un extraño, que por aquello de la cámara no podría según el pequeño ser otra cosa que un periodista, me sigue a todos lados y no para de hablar del deporte rey de su pueblo". Continuar leyendo.