Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

El tiempo huye, Espido Freire

22/7/08 | |

El tiempo huye

Realizaba el viaje, en autobús, una o dos veces al mes: nunca más de dos, pero una vez al menos. Trescientos kilómetros separaban las dos ciudades, una distancia poco gravosa en los fines de semana. Gloria se sentaba, cerraba los ojos, de modo que cuando los abriera las montañas verdes dieran paso a llanuras siempre polvorientas, y, con el ánimo agitado, se preparaba para encontrarse con su amante.
Eso no era lo que su marido creía: desde hacía ya más de cinco años, Gloria acudía a cursos de fin de semana; su profesión lo exigía, la cosmética avanzaba rápidamente, y si a su edad se perdía el ritmo, ya nunca más se recuperaba. En los últimos siete meses, la frecuencia de los cursos se había incrementado.
Bruno no se había opuesto, tal y como era previsible; y, dado que el centro de belleza marchaba bien con los métodos de Gloria, se resignaba a acompañar algunos sábados y domingos a su madre; aprovechaba, de paso, para estrechar la relación con la familia.
Calmoso, sonriente, esperaba a Gloria en la estación y luego, de la mano, recorrían algunos bares con unos amigos; eran un matrimonio bien avenido, próspero, sin hijos que interfirieran en el entendimiento que se adivinaba. Se sentían envidiados, gastaban cuanto querían, Gloria mantenía la cintura estrecha y el cabello impecable, y todos apreciaban a Bruno.
Por su parte, Paco esperaba también su llegada impaciente, agotado muchas veces por haber viajado de noche al encuentro de Gloria. Se abrazaban, Gloria aún con hilachas de sueño en los párpados, y partían hacia el hotel. Allí, después de ducharse, cuando Paco dormía, o veían la tele en silencio, Gloria decidía por enésima vez que debía terminar con aquella relación. Continuar leyendo.
Espido Freire