De memoria
A Moisés Mori
Cuando le acusan de evasión, recuerda
los requiebros de algunos carceleros
a la hora de la modorra.
Vuelve en ello a ausentarse -ya escapado
de todo cuanto aquí pueda decirse. Esto es un atraco
Si uno al otro hubiera podido
llegar con la congoja casi entera
a deshora
y tener la cabeza fría,
la mano fuerte, el corazón sin norte
o un asomo de voluntad, tendría
de todas formas que elegir a ciegas
y ahora
entre uno mismo y, no me digas
más,
Manuel.
Manjar lento
Benditas sean las cosas que llegan siempre tarde
y no lo sienten
-perdidas ya de vista o bien batidas
o incluso blanquecinas al sol del tacto-;
su demora nos libra del sofoco
propio de cualquier logro puntual
engullido
sin pasar por el paladar ("¡a otra cosa!")
de la gratitud no rentable.
José Miguel Ullán