Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea.
De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.
Ayer terminó el Primer Encuentro Mundial de Música Klezmer en Argentina. Estuvimos en el Anfiteatro Griego de la Costanera Sur, gozando como malditos enanos de esta música sabrosa y fiestera (con uno que otro temita nostálgico). La cámara, otra vez sin batería.
Y los abuelos, bailando.