Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Un cuento corto de Hernán Casciari

18/5/13 | |

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La familia Poeta tiene cuatro integrantes. Carlos Poeta, su esposa Marta, y sus dos hijos: la adolescente Ana de catorce años, y el pequeño Martín de trece meses. Esa noche, durante la cena, Ana olfateó su plato y dijo en verso libre: “Mamá, | este puré huele a mierda, | a muerte en polvo, | a carroña entumecida”. El padre entonces estalló en soneto: “Te he dicho mil veces que te dirijas | a tu madre con rima consonante | ¿para qué corno he parido yo a esta hija?” La madre, en romance, quiso templar los ánimos: “Consonante o asonante, | pero que rime hija mía, | sino después a tu padre, | le cae densa la comida”. Ana se fue llorando al cuarto; los demás siguieron en silencio hasta que habló Martín: “Papa enojado | con nena y mama triste, | Martín cacona.” Sus padres lo miraron con los ojos llenos de lágrimas: era el primer haiku del hijo.

Y la ñapa: una foto de doña Kitten Natividad, que no tiene nada que ver con el texto de arriba. Incoherencias de este blog.