Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

El maestro del misterio y el blues adentro

7/2/09 | |

Página de Giovanni Clavijo.
"Ya se había quitado casi toda la ropa, y sólo llevaba una especie de taparrabos que era sacudido por los frenéticos movimientos de las caderas. Sin dejar de componer muecas y proferir gritos, con su larga cabellera flotando, brincaba como un demente en mitad del círculo, siguiendo el ritmo de unos sonidos salvajes. En el momento que hubo sometido a las gentes a una cadencia enloquecida, sin dejar de chillar con todas sus fuerzas, decidió tomar asiento en el suelo, recto el torso, a la vez que alargaba un dedo como si fuera una garra amenazadora. Un prolongado sollozo se alzó entre la masa y todos se agacharon con las rodillas convulsas mientras el hechicero los señalaba acusadoramente, porque el gesto adquirió el valor de una sentencia de muerte". Fragmento de El maestro del misterio, de Jack London.