Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Jean Peters, manos peligrosas

13/4/09 | |

PROBLEMA

Hans, el asesino serial, acababa de liquidar a su décima víctima: una mujer misteriosa que había atraído su curiosidad en cuanto la vio. Ya en la bodega, Hans la estranguló y la desvistió antes de empezar la disección y la clasificación de cada órgano sobre las diferentes estanterías.
El cuerpo liso, sin pecho sin ombligo, lo desconcertó. Se dijo que allí había un problema. Un golpe de escalpelo y la extraña disposición interna apareció ante él. Entonces se corrigió: era un gran problema.
Luego, la supuesta muerta abrió los ojos y Hans lo interpretó como un problema enorme.
Pero cuando ella estiró la larga lengua y mostró unos dientes impresionantes, Hans llegó al colmo de sus problemas.
François Schnebelen
Traducción del francés: GvH

En la foto, la bellísima Jean Peters (sí, la de Pick-up on south street)