Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Un cándido delantero de mariposas amarillas

2/6/10 | |

La increíble y triste historia del cándido delantero y un arquero desalmado.

Hacía como cien años que no metía un gol. Un buen día, que por extraña paradoja era un día de lluvia interminable en aquel pueblito colombiano, Aureliano hizo, abracadabra, aracataca, una jugada mágica y se encontró en soledad frente al arco. Todos empezaron a escribir la crónica de un golazo anunciado, pero inexplicablemente, el cándido delantero se puso a recordar a sus putas tristes y demoró el tiro, aunque un instante después decidió que no habría mas penas ni olvido y marcó el gol. Fue un gol de otro partido.
Juan José Panno.