Primera parte de mis impresiones sobre este Mundial de vuvuzelas y jogo nada bonito, salvando contadas excepciones. Hoy comienzo con lo peor de estos treinta días:
ZONA GLACIAL
Italia pretendió ganar haciendo el mismo fútbol aburrido y mezquino de hace cuatro años, pero esta vez no le funcionó su envejecida fórmula. Cuando se acordaron de jugar, ya era demasiado tarde.
Eto’o cometió el peor error de su vida al irse del Barça. Desde entonces, parece una mala copia del veloz y efectivo delantero que deslumbró con el equipo catalán. Totalmente intrascendente con la camiseta de Camerún. Una sombra ya pronto serás.
Un primer tiempo para dormir el de la final Holanda – España. Invitación al arrunche y al entrepiernamiento. Me voy a desenchufar.
La cargante y poco inspirada publicidad de Davivienda (mención especial para el comercial del león que se ha merendado al comentarista). Humor simplón y muy, muy pendejo.
Cristiano Ronaldo ya no es el Cristiano Ronaldo del Manchester United. Mucha publicidad calzoncillera y anticaspa, pero de fútbol, poco.
Larissa Riquelme, la pectopulenta modelo paraguaya que terminó agotando con su sobreexposición mediática. Más atractivas y curvilíneas las morenas sudafricanas.
México, del “sí se puede”, al otra vez no pudimos.
William Vinasco Ché, que sigue narrando sin caché.
César Augusto Londoño, que nos alimenta la ilusión de algún día ser comentaristas de fútbol. Si él puede.
Diego Armando Maradona. Excelente motivador pellizca nalgas, pero regular director técnico.
Wayne Rooney, protagonista de bonitos anuncios publicitarios y otrora gran jugador de fútbol.
Van Bommel, violento y marrullero mediocampista holandés. Desesperante.
Los delatores. Amonestación y medio salario para todos aquellos que echaron al agua a sus compañeros de trabajo. Amargos.
Los árbitros. Sencillamente desastrosos.
En líneas generales, otro mundial de fútbol mediocre y ultradefensivo.
Salvaje. La patada de De Jong a Xabi Alonso en la final.
Fotografía encontrada en Marca.