Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Satan's bloody pearls

4/12/10 | |

Un cuento de terror

- Bueno, chicos, se acabó la tele. Vamos a dormir.
- ¡No, no, no! -protestaron Aldana y Julián.
- Sus papás fueron muy claros cuando los dejaron a mi cargo. A las once… ¡a dormir!
- Está bien, está bien -dijo resignado Julián-. Vamos a dormir, pero… te pedimos una sola cosa: que nos cuentes un cuento de terror.
- Concedido. Un cuento de terror… y se acabó.
Los chicos se acostaron y la niñera se sentó en una silla en medio de las dos camas.
- ¿Y? ¡Dale! -demandó Aldana.
- Muy bien. Había una vez un matrimonio que cierta noche fue a una fiesta sin sus dos pequeños hijos. Los chicos quedaron al cuidado de una niñera…
- ¡Igual que nosotros! -dijo Aldana.
- Igual que ustedes, sí.
- ¿Y? ¿Qué pasó? -inquirió Julián.
- La niñera enloqueció y los mató.
- ¿Los mató?
- Los mató. Pero antes… les concedió un deseo.
- ¿Qué deseo les concedió?
- Les contó un cuento de terror.
Rubén Faustino Cabrera.