Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Pensamiento apátrida

7/12/12 | |

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Somos un instrumento dotado de muchas cuerdas, pero generalmente nos morimos sin que hayan sido pulsadas todas. Así nunca sabremos qué música era la que guardábamos. Nos faltó el amor, la amistad, el viaje, el libro, la ciudad, capaz de hacer vibrar la polifonía en nosotros oculta. Dimos siempre la misma nota.
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Alguna divinidad, cuando nacemos, traza sobre nuestro nombre una cruz negra y entonces no habrá cuartel en nuestra vida, no encontraremos sino escollos, chanzas y celadas y la más pequeña alegría tendremos que arrancarla a puro pulso, pujando, luchando contra la corriente, viendo en la ribera deslizarse a los afortunados, su carta triunfal en la mano, y sin permitirnos la menor distracción, pues solo se espera eso de nosotros, que cedamos un instante al desánimo, para que el arma penetre hasta la empuñadura.
Julio Ramón Ribeyro. Prosas apátridas.