Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Una botella y nada más que la cabeza

29/8/21 | |

AQUERENCIARSE

Como tenía miedo de ser arrastrado quién sabe a dónde, nos había pedido que lo enterráramos un poquito. Nosotros tratábamos de convencerlo, de explicarle que también se puede vivir, ir a ver a los parientes, o amigos, moverse en fin, sin que por eso uno corra peligro de que se lo lleve el viento. Pero él no nos creía y se iba hundiendo cada vez más. Al final le quedó afuera nada más que la cabeza, y desde allí nos miraba cuando el viento nos arrastró quién sabe a dónde.
Rosalba Campra.
En la imagen, fotografía de Donovan Wylie.