Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Giovanni Clavijo y su autopromoción descarada

22/3/18 | |


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Objeto: abrigos Bogotá, barrio Olaya, Teatro Santa Cecilia, octubre 6 de 1985 

Las butacas gastadas, rotas, la humedad tragándose todo a mordiscos. Crispetas rancias, dos gatos tocándose, abriendo fuegos. Unos pocos bichos en una tarde de domingo, un ambiente nada familiar, el aire pesado y el olor a viejo, a sudor de hospital. A Camilo no le gusta mucho ir a cine, prefiere ver televisión y aprender canciones navideñas en su flauta. La madre abraza al que nunca será el hombre de su vida, Don Emilio, un farsante con esposa y dos hijos que luego se perderán en las drogas. Pero para hoy está bien, mejor el calor de su grasa que estrechar al vacío.
 Los ojos azules de Alain Delon, las tetas pequeñas de Anne Parillaud; solo eso queda de Por la piel de un policía. Minutos previos, el sonido del proyector y el comienzo de la otra película. Una comedia de enredos militares, El pelotón chiflado. No la has vuelto a ver desde ese entonces. También era generosa en tetas.