Posteriormente, me imaginé que con cada mujer podía partir de cero. No existía el pasado. Yo podía ser una persona diferente, si no nueva, durante cierto tiempo. Además, también me servía de las mujeres para protegerme de otras personas. Estuviese donde estuviese, me bastaba estar acurrucado junto a una mujer que me susurraba cosas y me deseaba para mantener el mundo a raya. Y podía dejar de desear a otras mujeres. Al mismo tiempo, me gustaba mantener abiertas todas mis posibilidades; desear a otras mujeres me protegía de la presión de amar sólo a una. El conocimiento profundo tiene sus peligros.
Fragmento de Intimidad, Hanif Kureishi.