Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Sí, el hacha es nuestra

3/8/21 | |

 El hacha

—Pase, doctor. Sí, es aquí. Sí, soy yo quien lo ha llamado. Mi marido ha sufrido un accidente. Sí, creo que es un accidente grave. Muy grave, incluso. Hay que subir a la planta de arriba. Está en el dormitorio. Por aquí. Discúlpeme, la cama no está hecha. Ya me comprenderá, me he asustado un poco cuando he visto toda esa sangre. Yo no sé si voy a ser capaz de limpiarla. Creo que mejor me voy a vivir a otro sitio.

»Venga a ver la habitación. Aquí está, al lado de la cama, en la alfombra. Tiene un hacha clavada en el cráneo. ¿Quiere examinarlo? Sí, examínelo. Un accidente de lo más tonto, ¿verdad? Se ha girado en la cama mientras dormía y ha caído encima de este hacha.

»Sí, el hacha es nuestra. Normalmente la tenemos en el salón, al lado de la chimenea, para partir la leña en trozos. »¡Que por qué estaba al lado de la cama! No tengo ni idea. Él mismo debió de dejarla apoyada contra la mesilla de noche. Igual por miedo a los ladrones. Nuestra casa está tan aislada…

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Agota Kristof.