Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea.
De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.
Y los lobos se fueron acercando y no, no era ningún sueño, no había forma de escapar. Y entonces recordaste que en un bolsillo de tu chaqueta tenías un cuchillo, uno para untar el pan (siempre tan de malas). Y cómo habías llegado a esta planicie poblada de lobos hambrientos, si tú sólo querías dar una vuelta por el centro y comprar algo de papel para dibujar.
Fue rápido y claro, muy muy doloroso.
Giovanni ClAVIJO.