Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea.
De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.
EL CONTAGIO DE LOS GÉNEROS
Aquel que olía todos los días en la tienda de loza el recochado de los cacharros se
fue convirtiendo en botijo, su mujer en sopera y la niña en jarrita.
Tan de loza eran que todos murieron de caídas. Todos se rompieron el día menos
pensado.
Ramón Gómez de la Serna, Trampantojos.