Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

De Manual de despedidas

1/8/25 | |

El juez de línea no divaga. Su mirada mantiene el equilibrio sobre la fina cuerda blanca. Se aferra a los límites. Arde en cada punto de la recta. El juez de línea vive en el ecuador: suda y tiene escalofríos. No proyecta para sus adentros imágenes de paisajes, ciudades, el mar, la lluvia. No conversa, no se besa, no se pelea, no discute con nadie para sus adentros. 


Fragmento de Manual de despedidas, de Jana Benová.