Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Gonzalo Arango y Alvaro Barrios.

26/6/11 | |

Nuevo testamento 

Yo, Gonzalo Arango, dejo:
Mi mala reputación a la familia.
Mi mal olor a la International Petroleum Company.
Mi tiempo perdido al Tesoro Nacional.
Mi cerebro a una babosa.
Mi corazón al pez espada.
Mi ángel de la guarda a la Academia de Historia.
Mi alma inmortal al primer gusano.
Mi sexo a la medusa de cabellos de serpiente.
Mis dos pies a la memoria de Arthur Rimbaud.
Mi gloria a los pobres de espíritu.
Mi felicidad a los psiquiatras.
Mi sífilis a la posteridad.
Mi mano derecha a la revolución.
Mi ombligo al Museo del Oro.
Mis zapatos rotos al Nadaísmo.
Mi caja de dientes al enterrador.
Mi intestino delgado a la República de Colombia.
A Teresa la tristeza de un perro como yo.
Y a Alvaro Barrios el destino de la pintura moderna.
Gonzalo Arango, (1931-1976).
Imagen de la izquierda arriba: Alvaro Barrios (Cartagena, Colombia, 1945). Grabado popular estudio para "San Sebastián atado a la columna de estrellas". 1977. Publicado en la revista Gaceta de Colcultura, Bogotá, vol II, núm. 15, octubre. Offset sobre papel periódico. 31x20,5 cm.


Alvaro Barrios. "Tarjeta-estuche en memoria de Brian Jones" 1970. Terciopelo, algodón, lápiz y tinta sobre papel. 70x141x11 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá. Foto: Óscar Monsalve.