Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

La Venganza por Ednodio Quintero

25/6/11 | |


VENGANZA 


Empezó con un ligero y tal vez accidental roce de dedos en los senos de ella. Luego un abrazo y el mirarse sorprendidos. ¿Por qué ellos? ¿Qué oscuro designio los obligaba a reconocerse de pronto? Después largas noches y soleados días en inacabable y frenética fiebre. Cuando a ella se le notaron los síntomas de embarazo, el padre, enfurecido, gritó: —venganza! Buscó la escopeta, llamó a su hijo y se la entregó diciéndole: lavarás con sangre la afrenta al honor de tu hermana. El ensilló el caballo moro y se marchó del pueblo, escopeta al hombro. En sus ojos no brillaba la sed de venganza pero sí la tristeza de nunca regresar.
Ednodio Quintero (Venezuela), La muerte viaja a caballo (Mérida, Venezuela: La Daga y el Dragón, 1974). 

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