Pocas veces pasa que me guste demasiado una película, como para repetirla inmediatamente. Esto me sucedió con Little Miss Sunshine, una maravilla que mezcla a partes iguales comedia y drama, y que cuenta con un grupo de personajes que se dan de bruces con una realidad áspera, cruel, pero no exenta de la posibilidad de redención. Una cinta agridulce, capaz de despedazar el llamado "sueño americano", sin ninguna piedad.
Y claro, ésa canción de Sufjan Stevens y la nena y su coreografía de Super Freak. Y el abuelo yonqui...y, véanla.